jueves, 11 de noviembre de 2010

¡Se expande!

Marco entró al despacho con los ojos muy abiertos, conteniendo la respiración para no causar una exaltación a su jefe. “Es el día más importante en la historia de la ciencia, los viajes a otros mundos parecen poca cosa comparada con esto”, se decía una y otra vez, sonriendo como sonríe un hombre ante los ojos del amor de su vida.

El Doctor lo sabía desde tiempo atrás pero no se molestó en informarle. Así solía ser: observaba sigilosamente los movimientos de los demás y recopilaba la información suficiente para tener la ventaja en cualquier momento que fuera necesario. Y si se trataba de descubrimientos así de importantes, esta habilidad se hacía más determinante.

Marco comenzó su discurso:
“Es sabido que la Tierra, nuestra Tierra, es parte de una Galaxia llamada Vía Láctea, misma que se encuentra dentro de un Universo. Hasta ahí todo va perfectamente. Pero también se sabe que, del otro lado de lo que llamamos “realidad”, existe un mundo donde todo lo que conocemos ha sucedido de maneras distintas, tomando rumbos totalmente desconocidos…”

El Dr. Laurence yacía apacible. Contemplaba los ojos de Marco y escuchaba sus palabras llenas de alegría, de esperanza, una felicidad inusitada que no había visto antes; excepto frente a su espejo cuando ensayaba uno de sus famosos discursos. Como cuando descubrió la manera de lograr una propulsión tan poderosa que hizo posible llevar a una tripulación fuera del Sistema Solar y a explorar la galaxia en menos tiempo del que nadie jamás imaginó. “Tan sólo estamos en la tercera década de este siglo XIX y la Tierra ya es capaz, gracias a mis investigaciones, de salir al Cosmos y forjar su propio destino”. Le gustaba ir y verse a sí mismo en el estrado, hablando a todos esos científicos. A pesar de haber pasado 30 años no dejaba de sonreír ante esa imagen; tal como Marco lo hacía frente a él, que seguía inmutable en su sillón hecho a la medida.

- Profesor, esto logrará que nuestros viajes sean calculados aún más exactamente, con una precisión que permitirá ver a nuestro Universo con otros ojos, pondremos una nueva luz a la exploración planetaria. ¿Cómo es posible que nunca antes nos diéramos cuenta de esto? Por el amor de dios, Doctor, ¿acaso no me ha escuchado? Le estoy diciendo que he descubierto que el Universo ¡SE EXPANDE! Cada segundo, cada que una era en esta Tierra termina y la vida se renueva, nuestro Universo da un paso más allá, ¿se da cuenta de la magnitud de este descubrimiento?

“Estoy seguro que de pronto tendré yo mismo mi sillón mullido y un asistente que venga a darme noticias tan grandes y maravillosas” – pensaba Marco para sí, ensoñando.

Quizá, en alguna dimensión distante, el Doctor estaba dando ese discurso nuevamente. Quizá en miles más era Marco quien había hecho el descubrimiento. Eso es lo que nos otorga la verdadera libertad: la posibilidad de que, en algún universo, estemos realizando un sueño; aunque también, es posible que se cometan los más crueles actos de salvajismo.

Siguió el discurso, la alegría y las promesas de mejores futuros. De tener éxito la propuesta del asistente, la humanidad se estaría encaminando a un destino brillante más allá de toda imaginación. Sin embargo, en un momento en que sus palabras tomaron un respiro, Laurence, sin mirarlo a la cara, se quitó el puro de la boca, sacó un pequeño revolver de su abrigo y dijo al atónito Marco:

- "Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes".

La seriedad con que pronunció estas palabras no pudo más que sellar la garganta del asistente. No podía creer lo que su jefe acaba de decirle. ¿Acaso la expansión del Universo no era suficiente? ¿Sería posible que en otro universo el Doctor Laurence pudiera estrechar la mano de Marco y celebrar este descubrimiento?

Comenzó a especular, en un segundo pasó por su cabeza todo el tiempo que había sido asistente del Doctor: los éxitos, los descubrimientos, las misteriosas ausencias y esa forma de observar detenidamente los movimientos y escuchar las teorías de los demás; como si todo eso lo hubiera escuchado antes.

Marco aguantó la respiración y miró al horizonte una vez más pensando en el futuro. Una lágrima se deslizó por su mejilla. Escuchó una detonación y, poco a poco, sus ojos se cerraron para siempre.

Del otro lado del Universo, él habría sido el héroe.