miércoles, 25 de marzo de 2009

A la velocidad de la Luz

Desde la ventana seguía mirando el Capitán Frederick Marzeau -el gran Frederick como le decían los que en él veían un gran héroe-. El encargado de la navegación, un robot de clase R-6 rondaba los pasillos por entre nosotros, siempre atento a todo aquello que pudiéramos necesitar en nuestro primer viaje. El primero tripulado por seres humanos a la velocidad de la luz. De no estar enterado que el R-6 era efectivamente un robot, estaría convencido como todos lo demás de que se trataba de un tripulante de raza negra, de la vieja África del norte. Su nombre es Ronall. Con él está Tristta, una mujer joven y espigada que aparenta ser descendiente de los primeros visitantes, una mestiza.

Yo, decidí asistir al viaje apenas el último verano, cuando supe que las primeras exploraciones robotizadas habían dejado listos un par de planetas para la llegada de los nuevos colonos humanos. Hacía varios años que esperaba noticias como esta, por lo menos desde que la última reserva de agua oceánica había sido extinguida a causa de los desechos tóxicos; es una lástima, aunque de no ser por la noticia de los nuevos mundos quién sabe cuánta gente pudiera haber muerto a causa de la sequía. 

El Capitán Marzeau era un veterano de guerra, él estuvo presente cuando se tiró el último cohete sobre Europa y las Guerras Alimenticias tuvieron que cesar al ver cómo ciento setenta naves de Zophia -el Planeta-Mar- aterrizaban en nuestro mundo y justo en medio del comité de capitulación en Viena. Él, Frederick Marzeau, firmó en persona como embajador ante la torre de control Zophia: no tuvo miedo ni dudas, quería ver vivo el planeta más que cualquier otro, después de todo, su vida fue afectada de una manera difícil de olvidar...

Ronall se acercó a la mujer que se acomodó a mi derecha: una joven de ascendencia americana que le hacía muchas peguntas acerca de la ingravidez y los alimentos del viaje. Muy molesta debo decir, parecía que trataba de conquistar a Ronall, pero éste siempre tenía una respuesta diplomática y atinada a todo lo que ella pedía y jamás se mostró desesperado ni molesto. Eso la atraía.

Me divertía pensando en su rostro si se diese cuenta con quién estaba hablando, su reacción prometía ser muy jocosa si conseguía estar cerca para disfrutarla. Entre tanto, me ocupé de la lectura en papel de una vieja novela épica del siglo XX, de esas repletas de criaturas llamadas elfos y muchas espadas mágicas. Mi abuelo, hace ya tiempo me mostró todo eso, pero yo seguía pensando en ello como algo muy bizarro y reí discretamente. Casi al terminar mi lectura, Tristta se me acercó curiosa y tocó mi libro. Era natural, en toda su vida no había visto algo parecido -¿Papel?- Frunció el ceño al repetir mi respuesta a su pregunta sobre qué estaba yo observando con tanta atención. No dejaba de mirarme intrigada.

Anunciaron que era hora de emprender la aceleración Nivel 5, lo que significaba que la ruta estaba trazada y que seríamos disparados a una velocidad increíble hasta Aurora, el primer planeta-hogar. Había un Zophia en los controles e hizo sus movimientos preparando el arranque. De reojo noté la manera en que Marzeau y Ronall parecían discutir a unos metros de nosotros, en el pasillo. A Ronall le brillaban los ojos como no lo había visto desde el laboratorio, el Capitán sudaba señalando el Panel de Navegación Codificada, un instrumento que sólo Ronall sabía usar, ya que él hablaba con la maquina. Lo comprendí enseguida, conocía demasiado a Ronall, su forma de parecer humano; denotaba preocupación por nosotros y por ella. 

El panel de control brilló en rojizo, el R-6 se sobresaltó y se llevó la mano a la frente, tal como lo hago yo. Tristta me tomó del brazo y me condujo a otra sección, la confusión nos dejó llegar en silencio, Frederick volteó a verme, el salto era inminente...

Desearía estar en mi sillón, observando sus planos como lo hice por años, ajustando conexiones y llenando su memoria, ¿en verdad se necesitan crear instrumentos como él?

─Doctor Farell, es hora. Tal como lo planeamos.
─Está bien Ronall, estoy listo.

Hubo una sensación de vacío y en ese momento, el tiempo se revolvió.