Una especie de Crónica de muerte anunciada es la que ha vivido la cadena de tiendas de discos, libros y películas TOWER RECORDS; cuando entró a México a principios de los noventa y prometía ser igual o más espectacular que su similar de Sacramento.
¿Por qué se habla de esto en el Libro Vakero? pues sencillo: ahora, a fines de 2007 esta tienda, su imagen y todo lo rojo y amarillo de la Torre llega a su final anunciado.
Anunciado desde que a principios de siglo los manejos administrativos de quienes llevaban el mando de la franquicia en este país comenzaron a ser algo más que meros changarros personales (bastante lucrativos ja ja ja). Y es que ya por ahí del 2001 las cosas se empezaron a poner de color de hormiga: las tiendas se empezaron a quedar sin mercancía ya que las compañías proveedoras (disqueras, distribuidoras de DVD, libros...) exigían pagos de facturas atrasadas que la cadena no liquidaba (o lo hacía con cheques fabricados en polímero), los clientes se daban cuenta de esta situación y poco a poco comenzaron a emigrar hacía la competencia directa; que aunque no se comparaba en servicio estaba surtida con todo lo necesario.
A mediados del 2002 se concretó la adquisición de la licencia de manejo de la franquicia por el Grupo Carso y la inevitable absorción de Tower por Mix Up y Slim. Esto se sumó a lo que sucedió en Estados Unidos, donde ya había anunciado su quiebra dada su incapacidad de sostener más sus deudas acumuladas.
Como he mencionado a lo largo de muchos post durante todo este tiempo, formé parte de la platilla que trabajó en el Tower Records de la plaza Mundo E por un periodo de más de 3 años y ahora, tal y como lo vimos venir en el 2002, las tiendas Tower que aún quedan serán convertidas en su similar de Mix Up y la Torre Roja desaparecerá del mapa mexicano durante el próximo 2008 (en la plaza Gran Sur ya ha comenzado ese cambio). De ese rato que pasé portando el chaleco rojo y después negro siempre han salido muchísimas anécodtas que hasta ahora forman parte de mi libro de recuerdos (y de un famoso Libro Vakero XD). Mucha gente que compartió el tiempo con este que suscribe, algunos que siempre merecerán mi respeto o una constante mentada de madre por jijos de la invertebrada pero que inevitablemente los sigo recordando.
Cuando se hizo oficial para el personal de la franquicia la venta de su operación no pudimos más que propinar multitud de insultos y pataleos hacia lo que vimos como una amenaza grave contra nuestra fuente de ingresos (más allá de ser un trabajo chingón, daba para tragar ja ja). Ello provocó que muchos de los que trabajaban ahí fueran saliendo de la empresa o fueron liquidados en una fase de limpieza que fue bastante salvaje y que a muchos buenos compadres y amigos obligó a emprender la huida. También, se reflejó en una triste y humillante mudanza nocturna (en la que participé) que acabó con los días en que el Tower Records de Mundo E fue considerada como la tienda de discos más grande de América Latina para pasar a ocupar un lugar que aún hoy, la hace ver como una enorme bodega de saldos...saldos caros.
Le tengo un gran aprecio a esa tienda y todo lo que significa para mi (y para muchos más que conozco y que han platicado esto mismo conmigo), los compañeros, los pleitos, los chismes (jajaja), todos los discos que compré durante ese rato, la inmensa cantidad de cosas que aprendí de música, trabajo en equipo y sobre todo del manejo de personal a mi cargo. Por supuesto,mención especial para Anita, que fue mi compañera, después mi competencia (je je je, aún no lo olvido) y ahora llevamos un ratote juntos. XD...ejem, esa chamba dejó algo muy bueno, TQM!
Aunque el estilo de servicio que llegó a caracterizar a Tower en sus mejores años desapareció hace rato dada la política de su azulada competencia de no pelar a quien busca discos, siempre ha quedado para quienes lo visitaban un buen recuerdo de sus incursiones y búsquedas que duraban horas y que incluían sin costo extra una buena platicada con los encargados de atenderles que generalmente terminaba en recomendaciones derechupete y clientes contentotes que no dudaban en regresar y atascarse de discos y similares con tal de pasarse un rato en compañía de tanta leyenda viviente ja ja ja...
En fin, este fin de año regresaré por la que fue mi segunda casa un buen rato (aunque ahora no hay mucha nostalgia por el lugar, se fue perdiendo poco a poco con cada detalle que se eliminaba en pro de las ventas y la comercialización y encima de la satisfacción del cliente y el personal) y, por tercera vez, diré adios a la otrora mejor tienda musical y de entretenimiento de América e iré preparando mis fotos para conservar el logo y el nombre que aún anda por ahí bordado en algún uniforme que por casualidad apareció en mi closet después de mi renuncia...cof cof
Ni pedo, se acabó y hay que seguir. La forma de coleccionar música está cambiando y quizá el tiempo de las tiendas espectaculares esta contado y esperando su límite. Habría que intentar darse una vuelta en alguna tienda de Virgin o Tower de Europa o Asia... antes de que la iTunes Store y similares se las coman. Pero eso si, no creo ni por accidente que las descargas de música sean las culpables absolutas de la decadencia de las megastores, es necesario voltear a ver los elevados costos de muchos catálogos que provocan que sea más sencillo gastar 200 pesos en cd vírgenes para quemar las descargas (mínimo unos 9 ó 10 discos por quemada) que gastar eso mismo en un sólo título de catálogo o una novedad que con todo y el ofertón sale en un ojo de la cara (que quede claro que no considero a la piratería algo adecuado, emergente si, pero adecuado no). Es cosa de pensarse con más calma estimados melómanos.
Podríamos aprovechar que este mes hay algunos cientos de títulos a precio-banda en las tiendas, que en su mayoría son las mimas porquerías invendibles de siempre pero que en cada diciembre meten dos que tres buenos que a lo mejor se salvan de la ola salvaje de compradores con aguinaldo... y claro, seguir descargando y descargando y descargando...
Este vakero y ex-tower (2000-2003) dice, Adiós TOWER RECORDS, Adiós...otra vez!
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