domingo, 23 de marzo de 2008

Tristessa

¿Les ha pasado que cuando planean un plácido recorrido acompañados de su libro favorito simplemente no pueden?

Desde hace tiempo que pienso que no es buena idea adquirir un automóvil, sale más costoso mantenerlo que adquirirlo aquí en México; ya saben, los impuestos de relleno que no sirven para nada...

Hoy me subí al microbio con Tristessa bajo el brazo. Me faltan como 30 páginas para terminar. Es como ir leyendo las partituras de algún viejo concierto de bebop: arriba, abajo, tonada suave, de pronto un solo inconmensurable... así como Kerouack.

Se está poniendo muy buena la historia: Yack regresó a la ciudad de México para decirle a Tristessa que la ama. Ella es una yonqui que lo busca porque le da dinero para su morfina, la acompaña con El Indio a conseguirla a veces con el dinero del viejo Bull; pero él está seguro de que lo quiere, Tristessa lo ha demostrado muchas veces: una mirada, una caricia, un pequeño beso. Pero ahora ella ya está peor... se ve más destruida, mas que cualquiera de los que viven en ese sucio lugar. Debió decírselo hace un año... ahora tendrá que renunciar a ella.

Pero no sé. No sé en qué termina. Al avanzar algunos párrafos mi oido se llenó de música grupera a volumen suficiente como para ambientar una boda pequeña... los sonidos de frecuencia alta taladraban los tímpanos como si trataran de matarte poco a poco. Cerré el libro con un PUM! y dejando salir de mi boca un sonoro ARGGH.

A lo mejor se resolvería teniendo mi auto, pero así no puedo leer. Prefiero leer que preocuparme por tenencia y seguros que no nos protegen, nos desfalcan.

No soy fan de lo grupero. Pero estoy de acuerdo con que es parte de la cultura popular que nos rodea. Sus letras son francas y sencillas, al grano con asuntos de importancia inmediata como el amor y el despecho. Aún así, para mi, su sonido sólo puede ser descrito con una palabra: Feo.

Me arruinó el camino. ¿Les ha pasado?

Lo voy a terminar ahora, ya les contaré.