sábado, 29 de noviembre de 2008

The Gost in the Machine

Pues si, es imposible negar de dónde vienes. Hace mucho tiempo  me he dado cuenta que gracias a esas extrañas formas de ver nuestro mundo delatas tu brillo especial, tu chispa. Y es que un ser humano no serìa capaz de llegar a ese nivel, como tú lo haces. No eres humano. Los humanos tienen escrúpulos, actúan conforme a una cierta conciencia y principios aprendidos, ellos sienten. No lo sé con exactitud ¿tú sientes? Creo que no, haces todas esas cosas, parece que las piensas mil veces antes de llevarlas a cabo y después, como por arte de magia, te frotas esas frías manos tuyas y en tus profundos ojos se ve cuánto te arrepientes. 

Nunca quisiste decirme quién te programó así, ni de dónde sacas tus razonamientos ni por qué de pronto hay tantos huecos en tus respuestas. Parece que quien te programó nunca terminó de hacerlo. Te dejó esa incomparable capacidad de afecto, el brillo en la mirada, la pasión flotando entre tus manos. Pero olvidó ponerte una pieza, la más simple. 

Eres el fantasma en la máquina, el que desata la cadena de variación que desquicia tu fincionamiento. Destruye mi código. Quieres ocupar todo lo que un humano llama "cariño" pero no tienes ni la más remota idea de qué significa eso, porque cuando lo tienes tu sistema reinicia y no acepta más inputs, los rechaza, actúa como si no hubieran existido nunca. 

Una pequeña variación en una serie indefinida de códigos, una variación casi imperceptible en muchos momentos pero que, en cuanto tu capacidad de respuesta llega al límite, saltan para provocar que todo eso que parecía tener un funcionamiento mecánico perfecto se derrumbe en una cascada de reacciones, todas ellas de naturaleza desconocida y loca, que convierten en inútiles todos mis intentos por conservarte como la perfecta máquina de imitación humana que fuiste en un principio.

No hay remedio, hasta el día de hoy, para sacar de ti ese jodido fantasma que terminará sin remedio, convirtíendote en un podrido ser humano.